Sin orden ni lógica alguna, así es como deambulan. La ventana desde la que escribo estas líneas se ha convertido en mi atalaya particular. Llevo días observándolos y aún sigo sin creerme lo que ven mis ojos. Un día diferencié un rostro entre las cortinas de la casa más cercana, al día siguiente se convirtió en el primer y único plato de un abominable banquete. Se dice que los marcos están creados para cobijar obras de arte o fotografías, pero el de mi ventana sólo me muestra los cuadros pintados por la más insana imaginación, la más cruda fotografía de la realidad.
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