Casi sin fuerzas llegamos al final y al abrir la puerta, cuando creíamos que más cerca estaba nuestra salida, ella nos esperaba. Una asfixiante espiral de cemento y madera se abría camino ante nosotros dándonos la bienvenida a un nuevo dilema. La resignación hecha soplo fue lo único que salió de nuestros cansados cuerpos. No había otra opción, ese era el único camino.
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